La Flora
El clima, la protección de las altas montañas, el régimen de lluvias, la humedad, las frescas temperaturas de media y la protección oficial convierten a Puebla de Lillo en un auténtico museo botánico de la montaña leonesa. La joya, como ya se ha mencionado, es el grandioso pinar silvestre situado en el valle que lleva hasta el Puerto de Las Señales. Son grandes pinos silvestres o autóctonos, que ocupan una superficie superior a las 200 hectáreas. Es un gran bosque natural, silvestre, cuya existencia se remonta a unos cuatro mil años.
En algunas zonas de este gran bosque, los grandes pinos se mezclan con abedules, hayas y robles. En el otoño, la base de este bosque es pródiga en setas, otra gran riqueza aún por explotar
En otras vertientes montañosas del municipio hay pinares de repoblación, piornales, rebollos y alguna que otra encina, pero el paisaje del otoño se cubre de tonos ocres gracias a la caída de la hoja de los abundantes robles y hayas. Es un auténtico espectáculo visual la combinación del verde de la hoja perenne del pino con el ocre y amarillo de la hoja de las hayas a punto de ser vencida.